viernes, 14 de octubre de 2011

Un pedido

Quiero compartir hoy un resumen de lo que fue esta semana para mi. Claro y evidentemente que fue muy especial. De hecho, la estoy tomando como un preparativo para el ministerio. Pero en mi práctica he tenido dos traspiés importantes que me han hecho reflexionar mucho y recodar algunas cosas importantes.
El primero, fue cuando una amigo me preguntó acerca de un tema polémico dentro de la iglesia. La respuesta no era sencilla, pero el principio si lo era. La cuestión es que mi amigo me empezó a indagar y no pude llegar a una conclusión certera, no que no la tenga, sino que no la pude explicar bien. Sin embargo le había pedido a Dios que me usara para su gloria.
El segundo, fue visitando a una pariente que padece de una grave enfermedad; yo quería darle esperanza, de hecho fui a su casa con el objetivo principal de hacerlo. Pero cuando  llegó el momento a pesar de que había orado, no pude darle aliento, y aunque ella estaba bien me vi frustrado por no poder concretar el objetivo de mi visita.
Hoy no me levanté bien después de estas cosas. De hecho me he sentido frustrado, y hasta me he cuestionado si de verdad he sido capacitado para estas cosas. Y la respuesta es evidente, no. No digo que no me haya instruido, no estoy diciendo que no sirva, o que no he sido llamado; lo que digo es que evidentemente no estoy preparado, porque ¿quién está preparado para sanar un corazón sino solo Dios? por lo que he llegado a la conclusión que sin Dios yo no puedo, ni podré llevar sólo adelante el desafío que Dios me ha propuesto. Lo único que puedo hacer es pedirle que encause mis esfuerzos. Que no se haga mi voluntad sino la de Él, y que por sobre todo que no me permita ejercer el ministerio si es que no me va a acompañar con el Espíritu Santo.

Quiero invitar a todo aquel que lea esas lineas a orar por esto tanto en su vida como en la mía. Te agradezco por tu intercesión por mi ministerio y por la iglesia; que Dios te bendiga.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Reencuentro familiar

Bueno, disculpen la ausencia, he estado un poco ocupado estudiando, instruyendome, pero vengo inspirado luego de mis vacaciones del blog.

El finde semana pasado estuve visitando a mi familia materna en Ciudad del Este, Paraguay. Fue muy agradable volver a reencontrarme con tantos familiares después de 7 años, pero después de tanto tiempo debo confesar que hubo grandes cambios en mi familia. Estos cambios son los que quiero compartir con ustedes porque me han hecho reflexionar en lo más profundo de mi corazón.

Creo que hasta ahora no lo conté, pero yo nací en un hogar adventista; mis padres eran adventistas cuando nací pero el resto de mi familia no lo era, y esto cómo que trajo un poco de roces. Además nosotros vivíamos muy lejos de ellos. Eran muchas cosas.

Pero hoy quiero contarles que cuando fui a reecontrarme con mi familia, muchas de esas barreras ya no estaban. Talvez porque yo no iba con la intención de criticarlos sino de compartir, de disfrutar de su companía, de apoyarlos.

Este fin de samana entnedí que hay cosas muy importantes en la vida, que el dinero no es todo, que el bienenstar económico pasa, pero que el cariño genuino de una familia que valora el amor por sobre todo es una de las cosas más valiosas de la vida.

He cambiado mi actitud hacia mi familia, antes los veía distantes, hoy los veo como mi familia.
No sé cómo está tu familia, no sé cual es su situación, pero solo quiero decirte que la familia es algo importante, no dejes que nada la destruya. Dios te bendiga y a tu familia también.