sábado, 27 de noviembre de 2010

Perdonado pero no perdonador ¿Perdonado?


"mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas,
tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas."
Mateo 6:15 

Calculando el sueldo mínimo para la parte austral de latinoamérica sería de unos 390 US$  mensuales. Más hacia el norte descendería a unos 250 US$ como promedio regional. Los paises más pobres (o con peor paga, mejor dicho) pagarían entre 100 y 120 US$. En España es de unos 850 US$. Nosotros lo tomaremos en 250 US$, que sería lo que se paga promedia y aproximandamente en latinoamerica en la región.
¿Y por qué estamos hablando de sueldos mínimos? porque vamos a establecer aproximadamente el valor actual de las monedas en los tiempos de Jesús. 

Según las tablas de equivalencias un jornal era el equivalente a lo que se pagaba a un empleado por un día de trabajo, por eso también se lo llamaba denario su valor era aproximado al de la dracma. Basado en este dato, podemos decir que si queremo saber cuanto valdría un Jornal, debemos dividir lo que ganamos en un mes (250 US$) entre 30, que son los días del mes.Y aquí tenemos nuestra primera relación:

Jornal = (Salario mínimo) / 30
Jornal = 250 US$ / 30
Jornal = 8,33 US$
Osea que el Jornal actual sería aproximadamente un billete de 8.33US$. Había otro valor económico en los tiempos de Jesús que es un poco dificil de calcular y/o imaginar, pero dicen las tablas de equivalencias que valdría unos 6000 drácmas. Osea unos aproximadamente unos 6000 denarios. Se llamaba Talento. Veamos la relación:
Talento = 6000 drácmas
Talento = 6000 * 8.33 US$
Talento = 50.000 US$ 
Un talento es igual a 50000 US$!!!, Imagináte lo que podrías hacer si te dieran un talento para gastarlo en lo que vos quisieras!!, o imagináte lo que pasaría si tuvieras que devolver un talento!!!

Jesús contó una historia de un rey que le había prestado dinero a uno de sus súbdito. El dinero que este hombre le pidió prestado al rey fue la milloranaria suma de 10000 talentos, (osea unos 500.000.000 US$ !!!!), pero aunque er muchisimo dinero el rey se lo prestó. Pasó el tiempo y el rey hizo un balance y se dió cuenta de la deuda de este súbdito suyo; había pasado el plazo del prestamo y todavía no había sido devuelto. El rey mandó a embargar todos los bienes de este hombre para que le pagara la deuda. (me pregunto en que habrá desperdiciado semejante fortuna), pero como el valor de todo lo embargado no llegaba a cubrir el monto de la deuda, el rey mandó a que lo metan preso.

Cuando el hombre se enteróde la orden del rey, solicitó desesperadamente una audiencia con el rey. y en la audiencia le dijo: "Señor, ten paciencia conmigo, te lo pagaré todo". El rey vio las lagrimas de los ojos de este hombre, y lo liberó y le perdonó la deuda.

El hombre le agradeció tanto que me lo imagino hasta besando los pies, tambiñen puedo ver la sonrisa en la cara del rey por haberle perdonado la deuda, hasta seguro que los otros súbditos que estaban presente se habrán quedado sorperndidos porque el rey le había perdonado la deuda a ese hombre.

Pero evidentemente algo no había entendido el perdonado, porque cuando estaba saliendo del palacio, se encontró con una persona, un peon suyo, que le debía 10 denarios (100 US$). Y este hombre no le perdonó la deuda a su peón, sino que lo agarró del cuello con las manos y mientras lo ahoracaba se lo exigió, el hombre le dijo ccon la voz ajustada: "Ten paciencia conmigo, te lo pagaré todo". Pero el subdito del rey no lo perdonó, sino que después de agredirle e insultarle, lo llevó arrastrando a la comisaría y lo metió preso por ladron y estafador.

Lo que no había tenido en cuenta el hombre fue que había otros súbditos del rey a las puertas cuando el le golpeó a su peón. Obviamente quedaron indignados y quedaron triztes. El rey se dio cuenta que algo malo había pasado, preguntó porque estaban así y se lo contaron. El rey se enojó muchsisimo y mandó a llamar al súbdito.

Cuando el súbdito entró no sabía porqué lo habían llamado, el entró como si fuera el súbdito favorito. El rey lo miró y se indignó. Le reprochó: Eres un mal súbdito; ¿No te acuerdaste de toda la deuda que te perdoné? ¿Porqué no le perdonaste a tu peón como yo te perdoné a ti?. Entonces el rey ordenó apresar al hombre y meterlo preso hasta que pague su deuda.

Según David Seamands, la culpa es la culpable de que el súbdito del rey, fuera como fue. El relato bíblico dice que el hombre fue a pedirle una prórroga. Fue a pedirle que le diera tiempo, como si todo la vida le hibiera sido suficiente como para pagar su deuda. El rey sabía de esto y le perdonó; no le dio la prórroga, no le extendió el plazo, no le dio un plan de cuotas para pagar la deuda, se la perdonó entera. No debía pagar ni un centavo de la deuda. El rey se la había perdonado completamente. Pero él salió con la idea de devolverle la plata igual, por eso cuando vio la oportunidad de juntar los primeros 83,33 dólares de 500.000.000, no lo perdonó porque le quedaba mucho para devolverle al rey. ¿Cuál era el problema que tenía el hombre? Que no había aceptado el perdón del rey, no entendió que el perdón del rey es absoluto.

En esta historia el rey es Dios, y cada uno de nosotros su súbditos, y el peón nuestro prójimo. ¿Porqué nos cuesta tanto perdonar a los demás? por la sencilla razón que pensamos que Dios no nos ha perdonado. Pero lo real es que cuando le pedimos perdón sinceramente a Dios, por nuestras deudas, por nuestros pecados y faltas, Dios nos perdona lo que sea, no improta si es algo pequeño como un denario o algo como de 50000 talentos. Dios mira nuestro corazón arrepentido y nos perdona. Dios sabe que no hay nada que hagamos que nos haga mercer el perdón de Dios. No hay nada con lo que podamos pagar nuestra deuda. Lo único que podemos hacer es pedirle a Dios que nos perdone y aceptar su perdón.

El problema no es con Dios, el problema está dentro de nosotros que no aceptamos su perdón y, como tenemos esa cuestión interna de estar proyectándonos en los demás, tampoco perdonamos a nuestros prójimos.

Por eso hoy quiero decirte: Dios está dispuesto a perdonarte, no importa cuan bajo caído y que hayas hecho, Dios puede y quiere perdonarte; todo lo que hagas para ganarte su perdón está demás, lo que tienes que hacer es aceptar tu deuda y su perdón y portarte como un verdadero súbdito de Dios, no para ganerte su perdón (porque ya te habrá perdonado) sino por agradecimiento.(Después de todo, lo que el rey le reprochó fue porqué no había tratado a su prójimo como él lo había tratado).
Hoy es un buen día para regresar ante Dios y pedirle perdón y para perdonar a los otros, pero recibe su perdón primero, y cuando lo recibas representa su perdón.
Mi deseo es que puedas abrirle tu corazón a Dios y aceptar su perdón absolutamente y así tener paz. Que el Señor te bendiga con su perdón, y que su perdón te dé la paz que tanto necesitas.

sábado, 17 de julio de 2010

Las etiquetas del Anfitrión



Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Salmos 23:5

 
     No sé si les pasó ustedes, pero a mí me cuesta mucho terminar con una reunión con clase, sin que parezca que los estás echando, ¿verdad que es difícil? Por ejemplo, invitas a unos amigos a un cumpleaños en tu casa y ya se terminó de comer y ahora viene la sobremesa con esas típicas conversaciones de anécdotas, pero el tiempo pasa y las anécdotas se acaban. Miras el reloj de reojo y te das cuenta que ya van a ser las 2:00 de la mañana ¡Ya hace 7 horas que esta gente está en la casa y no se quiere ir! Y no es el problema que no se quieran ir, el problema es que mañana hay que trabajar entras a la 7:00 y todavía hay que limpiar las cosas sucias, platos, vasos, el sofá lleno de migas, la gaseosa que se derramo sobre la mesa, y el desorden que hicieron esas pequeñas criaturas de una de las familias amigas que vinieron.
     Miras el reloj y ya estas pensando en las 3 horas que te quedan para dormir, pero aunque la mayoría ya se fue quedó un pequeño remanente que no para de hablar, y entonces se te ocurren 4 opciones para apresurarlos.

1- Sacudes tu mano y te fijas en tu reloj de pulsera y exclamas asombrado: ¿Ya son las 2:30? ¡Qué rápido pasó el tiempo!
2- Te las ingenias para desviar la conversación actual para mencionar el “detalle” de que por la mañana te espera mucho trabajo.
3- Esperas que suceda algún acto imprevisto los motive a levantarse de sus sillas para irse, como el llanto de algún niño para dar la siguiente explicación: “Está chinchudo, es que ya es tarde”.
4- Sutilmente te levantas de la mesa mientras sigues la conversación y te pones a levantar las servilletas los vasos y las migas que quedan en la mesa, dando entender que ya es hora de limpiar todo porque la fiesta se acabó.

     Bueno podrían enumerarse muchas formas dependiendo de la cultura y de las circunstancias, pero en todos los casos siempre es una situación un tanto complicada porque no queremos que las personas a las cuales invitamos se sientan echadas. Por allí podríamos implementar el método que tenían los antiguos para invitar a sus comensales para indicar que todo ya había terminado.
    En los tiempos bíblicos, cuando alguien invitaba a otra persona, el anfitrión era el encargado de proveer no solo la comida sino también del vino. El vino era muy importante que haya en abundancia porque debía alcanzar hasta el final de la fiesta. (Recordemos que en la antigüedad las fiestas duraban muchos días). Porque cuando se dejaba de servir el vino significaba que había terminado la fiesta y que había que irse.
     De la misma manera cuando el anfitrión invitaba a pocas personas o a una sola, el anfitrión le servía en la copa de cada uno el vino. Cuando todo ya había terminado el anfitrión servía solo media copa, indicando así que ya era de irse. Era la forma de decir con clase “ya puedes retirarte”. Así que todo estaba bien mientras el dueño de casa te sirviera la copa llena.
     También era muy curioso la forma elegante que tenían esas personas para mostrar su preferencia por alguno de sus comensales, además de la típica y eterna formalidad de prepara una mesa especial solo compartida con el anfitrión; la forma más sutil de mostrar el agrado hacia una persona en las cenas o fiestas era la siguiente: El anfitrión se acercaba sirviendo normalmente en la copa de cada comensal pero cuando le tocaba servir a esa persona especial, el servía hasta el tope e incluso dejaba que rebalse la copa. Esta era la forma que tenían de decir con elegancia: “Eres más que bienvenido aquí, no quiero que te vayas, quiero que quedes si fuera posible para siempre”.
     Ahora bien, cuando leemos los últimos versículos del salmo 23 sabiendo estas cosas se nos da un claro y tierno llamado de parte de Dios.
     Dios dice que nos preparó una mesa especial, y que en esa mesa hay una copa rebalsada… una copa que representa las palabras de Dios a ti: “Eres más que bienvenido aquí, no quiero que te vayas, quiero que quedes si fuera posible para siempre”.
     Recuerda, eres bienvenido en la presencia de Dios, Dios no quiere que te alejes de El quiere que este con el siempre... ¿Que le responderas?¿Aceptarás la invitación hoy? La respuesta es solo tuya...

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.
Salmos 23:5-6

domingo, 6 de diciembre de 2009

El precio de mi casa



Domingo. Llovía no muy fuerte, no muy despacio, pero constantemente en Quiindy un pueblo a unas 2 horas y media de viaje a Asuncion, en Paraguay. Hoy estaba saliendo de Quiindy después de haber pasado los últimos 3 meses en este pueblo. Apurado salí a las 11:40 de la casa caminando rumbo a la ruta por donde pasaría el colectivo que me llevaría a Asunción, de allí a las 14:30 tomaría el colectivo que me llevaría a Santa Fe - Argentina y de allí a Parana y de allí a mi casa; pero en Quiindy tuve un problema, el colectivo que me llevaba a Asuncion no paró, siguió de largo, y eso me hizo re-evaluar todos mis planes para el viaje... quería estar en mi casa en Entre Rios por la mañana, no quería pasar otro día mas lejos e mi casa, de mi hogar, de mi familia... quería estar con ellos. Pero tendría que ir por otra ruta, porque no pasaría otro colectivo desde Quiindy hasta Asuncion, sino hasta dentro de mas de media hora... ¿que hacer?
Los minutos pasaban, y cada vez era mas evidente que no llegaría a tiempo a Asuncion para alcanzar el colectivo a Santa Fe.... no pasaba ningún colectivo que me llevara a Asuncion. Mis esperanzas de estar en casa se escabullían como la lluvia por mi campera azul empapada.
Los rayos empezaron a alumbrar el cielo y los truenos empezaron a resonar. Pronto empezó a llover mas fuerte. Ahora estaba completamente mojado, completamente solo. Tenia hambre y me sentí tentado a comer las barritas de chocolate que había provisto para el viaje; hacia casi 24 horas que no había comido algo sustancioso. Como anhelaba estar en casa, sequito, comiendo una rica comida de mi madre con mi familia.
¿Como hacer para estar en casa por la mañana? Ya no llegaría para el colectivo directo a Santa Fe, tendría que hacer el viaje o por otra ruta o haciendo escalas... las dos opciones llevaría un poco mas tiempo pero por supuesto que mucho mas dinero; así fue como surgió en mi mente la pregunta que me dejo pensando todo el resto de día; ¿Cuanto estaba dispuesto a pagar por estar en casa?
Esta pregunta no solo me la plantee en cuanto a mi casa en Entre Ríos, sino a mi casa Celestial; ¿cuanto estaría dispuesto a dar por estar con Jesús y mis seres queridos en el Paraíso?... eso no tiene precio; no se puede comprar porque es un regalo, y con los regalos solo se pueden hacer solo dos cosas: o aceptarlos o rechazarlos. Ahora la pregunta es ¿estamos dispuesto s a aceptar el regalo de Dios? La respuesta depende de cada uno, depende de ti.
Pasó otro colectivo y aunque ya no llegaba al colectivo directo a Santa Fe, le hice la señal para que parara y me fui. Haría todo lo posible por estar en casa por la mañana.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Meu Lugar - Rafaela Pinho

Voy pues a preparar lugar para vosotros,
y cuando me vaya y os prepare lugar,
vendré otra vez
para que donde yo esté vosotros también estéis
Juan 14:3


Quiero compartir con ustedes la letra de esta música. Muchos cristianos se olvidan que no nos quedaremos aquí y que Jesús vendrá pronto. Esta música encierra una de las esperanzas mas acariciadas que tengo: Aquel lugar que Jesús prometió... Aquel lugar donde ya no habrá mas sufrimiento, no mas dolor, no mas muerte, no mas enfermedad, no mas odio, no mas injusticia, no mas lágrimas, no mas hambre, no mas maldad, no mas tormentas, no mas separación... un lugar perfecto, el lugar que el Señor soñó con nosotros desde el comienzo y que el pecado nos quitó. Quiero estar con mi Jesús y disfrutar de la vida que nunca más se acabará... yo quiero que también estés allí... será genial!!!!!

tan genial que no me lo puedo imaginar, y por lo tanto no puedo dibujarlo... creo que esta entrada será una exepcion en mi blog... después le pondré alguna foto, si consigo algo tan grandioso y perfecto que ilustre bien el cielo (cosa que dudo mucho)...

Esta música se llama Meu Lugar, la canta Rafaela Pinho y la compuso Suzanne Hirle. Abajo están los links de la letra y de un vídeo de YouTube; mirá el vídeo. Te invito a soñar y poner tu esperanza en las promesas del Señor!!!!


Meu Lugar - Rafaela Pinho
Comp: Suzanne Hirle

Sueño con un día en que el dolor no existirá
Sueño con un día en que las flores no se marchitarán
Yo necesito encontrar un lugar donde la paz reinará
Aquel será mi hogar

Yo voy, yo voy a vivir en un lugar de amor
Yo voy, yo voy a vivir con Jesús
La esperanza para un mundo sin luz

Volveré a ver a amigos que se fueron sin decir adiós
Tendré la oportunidad de abrazar a mi Salvador
Yo necesito conocer ese mundo, me quiero preparar
aquí no es mi lugar

Yo voy, yo voy a vivir en un lugar de amor
Yo voy, yo voy a vivir con Jesús
La esperanza para un mundo sin luz

Cuando llegue ese día
Que alegría será encontrar contigo en el hogar.
Debemos prepararnos, porque Jesús va a volver!
¡Viene a llevarnos! ¡Viene a buscarnos!


Letra original: http://letras.terra.com.br/rafaela-pinho/762664/
Para ver vídeo y música: http://www.youtube.com/watch?v=4fQAKTRItug&feature=relatedga

sábado, 8 de agosto de 2009

Un humilde yuyito


No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.
Salmos 121:3

El domingo pasado estaba en Tilcara, provincia argentina de Jujuy. Con unos amigos, Germán y Ciro, decidimos aprovechar aquel día esplendido. El cielo profundamente azul aparentemente tan cerca de las cumbres y las montañas de los más variados colores reclamaban nuestra presencia en una de las cimas de estas. Las aves revoloteaban cantando por aquel manto celestial. La paz se sentía por doquier; el pueblo estaba callado porque ya la mayoría de los turistas regresaban a sus hogares y con ellos se fueron las bulliciosas fiestas.
Por una cuestión de tiempo decidimos ir a las cuevas del Waira, unas cuevas donde desde tiempos antiquísimos los tilcaras (nombre de los pobladores originarios del lugar) y posteriormente los incas usaron de refugio.
Nunca antes había estado en una cueva creí que sería una experiencia muy buena. Me habían hablado mis amigos de aquel lugar: Viste el cerro que está detrás de la casa de los Vilte (familia amiga que nos había ayudado muchísimo, y que vivían en lado oeste de la quebrada, al otro lado del pueblo)... Sí, este cerro marrón con cortadas, bueno detrás de este cerro hay otro, casi en la cima de ese están las cuevas... Ahí vamos a ir, te va a gustar.
La idea me fascinó... nunca antes había subido un cerro tan alto a tanta altura sobre el nivel del mar, ya Tilcara está a unos 2450 metros sobre el nivel del mar (msnm), pero subir unos 500 metros más era batir uno de mis records por muy lejos. Soy oriundo de Entre Ríos y vivo en uno de los puntos más altos de la provincia, sobre la colina de la Esperanza en Libertador San Martin a unos 100 msnm. Me crié en Asunción del Paraguay que creo que está a unos 50 msnm. Sería el punto más alto que hubiera alguna vez estado por mis propios esfuerzos. ¿Que sería estar en una cima tan cerca del cielo?
Ya eran casi las 11 del mediodía cuando empezamos a bajar desde el pueblo para ir a las cuevas. Estaba fresco, no creíamos necesitar demasiada agua asique llevamos unas cuantas naranjas junto con algunos pomelos. No íbamos a demorar más de un par de horas.
Cruzamos el pueblo y la ruta y subimos la bajada del Sarahuaico. El paisaje pedregoso de las laderas hacía evidente la recomendación de no subirlas sino por senderos proveídos para los excursionistas. Pero las cabras que no entendían de esas recomendaciones y que no tenían el problema de desabarrancarse andaban por todas partes ya habían trazado sus propios caminos.
Cuando llegamos al pié del primer cerro tuvimos que decidir que hacer: si subir por la bajada, bordeando la montaña o subir por un sendero que iba por el vértice de 2 laderas hacía la cumbre de la montaña. Por mayoría de votos decidimos ir por el camino de la montaña, el paisaje sería mucho más espectacular, y ni bien subimos la primera subida lo confirmamos… nos detuvimos a tomar aire; el camino era mucho más difícil; había que saltar barrancos y el camino era muy empinado de costado, tanto que si se pisaba mal uno resbalaría hacia el vacío; pero valía la pena subir el paisaje era increíble. El único sonido del viento, las calmas y majestuosas montañas y el cielo infinitamente azul sereno que empezaba a salpicarse de pequeñas nubes blancas hacían que el simple hecho de estar allí valga cualquier esfuerzo e invitaban a subir unos metros más.
Pronto las fuerzas ya no daban más; estábamos exhaustos, sólo Germán siguió avanzando se paró sobre una de las cumbres a su lado había un barranco de unos 30 metros, nos pareció muy arriesgado. Decidimos con Ciro que no iríamos por ahí; Germán regresó y nos dijo que el camino se acababa en esa cumbre. Tendríamos que bajar por la ladera o regresar hasta el pie de la montaña por el sendero. Obviamente no regresaríamos. Bajamos por la ladera por donde no hay sendero. “El camino se hace al andar”, y bajar fuimos. Cada uno tomó un “camino” diferente. Germán bajó hacia la izquierda, Ciro a la derecha y yo bajé por el medio.
Germán bajó sin problemas bajó corriendo erguido la montaña, saltó entre una piedras en puntillas de pies sin deslizarse entre las piedras y los pedruscos que se desprendían. Ciro eligió un camino más seguro; bajó deslizándose por el costado de una saliente donde había muchas plantas y piedras más firmes, bajó unos metros pero ya no pudo bajar más. Yo bajé unos metros deslizándome, no pude bajar más porque no tenía de donde sujetarme y no tenía ni una planta en el camino, asique con la ayuda de de una piedra filosa con forma de flecha clavando la tierra me dirigí a donde estaba Ciro. Germán nos gritaba desde abajo (unos 70 o 100 metros), que vayamos a la izquierda, que bajemos por donde bajó él, pero era muy arriesgado. Juntos con Ciro fuimos a la derecha. Bordeamos la saliente y bajamos unos metros más.
Pronto nos encontramos arriba de otra saliente de tierra blanda de color rojo oscuro. Era tierra blanda que fácilmente se desprende. Más abajo había una capa de piedritas que se desmoronaron y que hacen que te resbales cuesta abajo, y más abajo estaba un barranco de 2 metros, no era muy alto el barranco, pero debajo de este había grandes lajas, que son piedras filosas y puntiagudas.
Pensamos como bajar porque subir no podíamos, los pedruscos haría que resbalemos. Germán, cansado de gritarnos el camino que debíamos seguir, vino corriendo; subió por otra saliente, corrió por la tierra roja, saltó un pequeño barranco y siguió subiendo por la tierra roja unos metros más arriba hasta la tierra marrón más solida donde estábamos nosotros. Parecía una gacela. Nos dijo que lo miráramos y viéramos por donde él había ido. Y así como subió, así bajó, corriendo rápidamente y saltando entre la tierra roja y algunos peñascos. Pronto lo vimos allá abajo desde donde antes nos gritaba. Ciro siguió toda la corrida con la cámara mientras los filmaba.
Ahora tenía que bajar, después le tocaría a Ciro la oportunidad. De esta forma si algo me pasaba, Ciro podría ayudarme. Cerré los ojos e hice una oración. Cuando abrí los ojos miré el desafío que tenía delante de mí, sentía la adrenalina circulando en todo mi cuerpo, tenía el corazón en la garganta. Grité y salí corriendo. Corrí unos metros, veía como mis calzados se enterraban en la tierra roja. Me estaba deslizando inadvertidamente cuesta abajo pero corría lo más rápido que podía. Después de unos 10 metros llegué a tierra más firme, era la capa de tierra marrón llena de pedruscos, estaba justo encima de ella.
Me tomé unos segundos. Germán me gritaba desde abajo. No recuerdo lo que decía, estaba inconsciente en la adrenalina. Respiré profundo y de un saltó a la tierra roja me dispuse a correr los últimos 7 metros hasta la tierra más firme. Salté y caí con los dos pies en la tierra roja, afortunadamente no caí cobre el pedrusco sino unos 50 cm más arriba. Levanté uno de los pies para empezar a correr y cuando lo levanté la tierra roja que estaba por debajo empezó a ceder y pronto me estaba resbalando por la capa marrón de pedrusco. Estaba cayendo de costado por la ladera hacia el pequeño barranco; con la pierna izquierda empecé a usarla de freno mientras desesperadamente intentaba ponerme en pie o por lo menos caer acostado, así podría agarrarme de cualquier planta o alguna piedra, pero todo lo que intentaba agarrar se desprendía no había forma de parar, había algunos pequeños cactus, pero al no tener mucha raíz se rompían fácilmente y lo único que hice al intentar apoyarme en ellos, fue ligarme unas cuantas espinas. La piedra en forma de flecha no podía clavarse en la tierra más dura, era muy útil en la tierra blanda roja o algunos suelos parecidos pero no en el suelo duro donde había pedrusco, lo único que logré al usarla fue romperme el dedo del medio de la mano derecha. Seguía cayendo, deslizándome sobre piedras y cactus cuesta abajo. Tenía la pierna con tajos por las espinas. Cada vez caía más rápido. No había nada en mi camino que me pudiera detener. Pensaba en cómo iba a morir así, sentía el dolor, la sangre, la adrenalina. Pensaba en mis padres, en mi futuro, en mis planes. Ya estaba muy cerca del final, faltaba muy pocos metros para el barranco. Cerré los ojos y cuando los volvía a abrir no sé de donde apareció un humilde yuyito, mientras resbalaba, dirigí mi pie hacia la plantita y no sé cómo pero paré de deslizarme, justo al borde del barranco. Podía ver las lajas metros abajo.
Miré arriba de las montañas y le dí gracias a Dios por haber provisto de aquel humilde yuyito para que pueda seguir vivo. ¿Qué hubiera pasado si caía? No me he puesto mucho a pensar en ello pero podría haberme matado si golpeaba mi cabeza o mi espalda contra aquellas rocas. Me erguí y salté el barranco hacia otra saliente y así salí de esa difícil situación, lleno de tajos, espinado, y con un dedo destrozado, pero con vida… pero con vida.

Quería contarte de esto, porque creo que no pocas veces sentimos que resbalamos por la vida. El camino cotidiano es como subir montañas, a veces es lindo ver el paisaje prometedor de nuestro andar, pero pronto, en pocos minutos parece que no hay salida. Buscamos caminos alternativos, corremos desesperados y pronto sin darnos cuenta estamos cayendo por un barranco lleno de espinas y piedras filosas; la vida es así… hay momentos lindos y hay otros en que estás cayendo y buscas aferrarte de algo pero todo se desprende.
Pero Dios dice que no dará tu pie al resbaladero. El no duerme cuando nosotros estamos sufriendo, el provee de algún yuyito, de algún milagrito que muchas veces pasan inadvertidamente para salvar nuestra vida; sus cuidados por nosotros siempre están allí, es cierto que caemos, que nos hacemos tajos, que nos clavamos espinas, pero eso no quita que Él no esté allí; porque si Él no estuviera allí hace rato que hubiéramos terminado en un barranco con lajas, desnucados, destruidos, muertos.
Su infinito poder y su infinito amor hacen que hoy por hoy podamos vivir, que podamos respirar, que podamos comer, que la sonrisa esté a solo un paso de nuestra vida, a tan solo una decisión, la de vivir, la de disfrutar, la de confiarle a Él nuestro vivir nuestro andar.
¿Tomaremos esa decisión? Solo uno puede hacerla, vos.


Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra.
No dará tu pie al resbaladero,
Ni se dormirá el que te guarda.

Salmos 121:1-3